domingo, 8 de junio de 2014

EL PAPEL DEL DOCENTE EN LA PRACTICA LECTORA


Todos los que trabajamos en educación sabemos que mas allá de los métodos, es la personalidad y la capacidad profesional del docente la que tiene mayor incidencia en un buen aprendizaje. Sabemos que el docente, como cualquier profesional tiene gustos, deseos, y también rechazo por algunos temas o áreas de la enseñanza, pero nosotros los profesores, tenemos esta tarea importantísima en la que debemos seguir motivando a los alumnos  fomentar el hábito de la lectura, pero no olvidemos que el primer lugar en donde los niños comienzan con el gusto por la lectura es en casa.
La lectura placentera pone en juego una serie de aspectos de la personalidad que involucran el campo, no solo intelectual, sino también socioemocional y aun corporal. La pregunta que se nos plantea es pues, ¿cómo puede el maestro despertar el deseo de leer si el no tiene un buen vínculo con la lectura?, y ¿cómo ayudarlo a reparar o elaborar esta problemática?
Revisar el vinculo del docente y la lectura quizás no nos sirva a los efectos de modificarlo sustancialmente, pero, poder reconstruirlo y entenderlo sin duda aliviara al docente y lo instrumentara para buscar técnicas y apoyos didácticos para lograr una acción mas positiva en su labor.
En términos generales, el profesor ejerce una fuerte influencia sobre la forma en que los alumnos llegan a considerar el proceso de la educación en general, y el de la lectura como forma de aprendizaje, en particular.

El maestro tiene la responsabilidad de presentar a sus alumnos información, conocimientos e ideas que les permitan aprender para resolver situaciones cotidianas. Asimismo, el docente influye en las actitudes y valores de los estudiantes, con frecuencia, de manera inconsciente; es decir los maestros no sólo transmiten conocimientos, sino actitudes frente a dicho conocimiento. 

Los profesores, se lo propongan o no, son para sus estudiantes modelos de los estilos, de las estrategias de aprendizaje que utilizan y de actitudes frente a los saberes. 


En este contexto, los maestros desempeñan un papel crítico en las actitudes de los alumnos hacia la lectura, su estímulo e influencia posibilitan que los estudiantes adopten una actitud positiva o no hacia esta forma de aprendizaje. Dado que son modelos a los que se observa y de los que se aprende, es preciso fomentar que los maestros lean, que utilicen la lectura dentro del salón de clases, de esta manera se estará enseñando que los libros son parte importante del quehacer educativo y los alumnos aprenderán a valorar a la lectura en su formación intelectual y humana. 

Asimismo, las condiciones para ejercitar la práctica lectora en la escuela no siempre son propicias. El maestro considera que hay otras actividades más relevantes por efectuar en clases o extraescolarmente, aun cuando para la realización de estas últimas se tenga que leer, porque por ejemplo, llevar a cabo una investigación requiere necesariamente de la lectura; estudiar las notas o apuntes de la clase, elaborar una monografía, contestar un cuestionario o hacer un resumen, también la presuponen. 

El tiempo que dispone el alumno para comentar su lectura es mínimo en comparación del que ocupa el maestro, tanto para exponer un tema, como para explicar un contenido curricular.

En la institución escolar la lectura rara vez es continua, más bien suele exigirse que se lea en breves e intermitentes lapsos. Como docentes, a menudo asignamos a los estudiantes tareas relacionadas con la lectura, las cuales pueden llevarse a cabo adecuadamente si se ha logrado una buena lectura de comprensión.

La mayoría de las veces asumimos incorrectamente que los educandos han desarrollado esta habilidad, y por lo mismo no requieren de un apoyo educativo adicional; sin embargo, muchos estudiantes leen, pero se les dificulta ir más allá de lo textual como para realizar una interpretación y valoración de lo leído. No es suficiente con leer, es necesario comprender lo que se lee, de tal manera que se pueda buscar la información relevante del texto, tener aptitud para relacionar lo leído con los problemas a resolver, desarrollar a través de la lectura la capacidad de síntesis para elaborar conclusiones a partir del texto. 

Como docentes con frecuencia solicitamos a los estudiantes que sinteticen los textos que lean, que realicen resúmenes o que enuncien la idea central de un párrafo, pero en pocas ocasiones dedicamos tiempo y esfuerzo para enseñar lo que requerimos. Pasamos buen tiempo haciendo preguntas a los alumnos, pero no les enseñamos cómo encontrar o deducir las respuestas. En vez de limitarnos a hacer preguntas deberíamos modelar lo que los alumnos deben aprende.

La lectura en la escuela permite desarrollar una serie de habilidades cognoscitivas, que hasta ahora no han sido del todo aprovechadas, por ejemplo: 
El comentario o discusión de un texto es algo necesario para el trabajo escolar, porque permite a los alumnos formular conceptos y ayuda a determinar si los estudiantes estaban pensando en lo que leían, mientras leían y si son capaces de expresar de manera comprensible, algunas ideas sobre lo que han leído. 

Las discusiones de grupo después de la lectura silenciosa brindan la oportunidad de ayudar a los alumnos a desarrollar estrategias de comprensión, así como propiciar que aprendan unos de otros. Por ejemplo, si el objetivo de la clase es conseguir que los alumnos se hagan más conscientes de la diversidad de tipos de información que se encuentran en un texto, se pueden emplear diferentes tipos de preguntas que les exijan recordar, analizar y emitir juicios. 

Se inicia haciendo un repaso rápido del contenido, donde todos pueden aportar algún dato o detalle; o bien, comparar sucesos o encontrar semejanzas y diferencias existentes entre los planteamientos. Posteriormente, se pueden plantear preguntas que requieran de la elaboración de un juicio. 

A menudo se deja que los estudiantes lean por su cuenta, después de darles algunas instrucciones sobre lo que deben de leer, pero no se les orienta acerca de cómo deben hacerlo, ni se les explícita las técnicas ni los requisitos que deben cubrir sus respuestas o los trabajos solicitados en función de la lectura realizada.

Los docentes pueden ayudar a los estudiantes a desarrollar estrategias, a partir de sus propios modos de trabajar, de los problemas y actitudes ante diferentes tipos de tareas, para ello, es conveniente: 

  1.- Establecer fines cognoscitivos claros, especificar los propósitos de las tareas de lectura.
2.- Emplear estrategias de representación de modelos con miras a leer para aprender, esto es demostrar modelos de diferentes tipos de lectura.
3.- Estimular la discusión metacognoscitiva, hacer comentarios sobre tipos de textos, estilos de lectores, problemas de aprendizaje, dificultades de comprensión, entre otros aspectos.
4.- Organizar actividades para analizar no sólo los resultados, sino el proceso mismo de lectura. 

Este es nuestro problema del milenio como educadores. Sin acceso a la lectura, no hay acceso a Internet y el analfabetismo digital, aunque problemático, no es insalvable como la brecha, cada vez mas profunda entre un analfabeto y una persona informatizada. Nuestro mandato, ya no vado, por cierro, como educadores, es promover la promoción de la lectura porque por mucho tiempo más, la cultura de lo escrito seguirá rigiendo el mundo, con y sin computadoras y nadie estará más desprotegido, para sobrevivir en el mundo actual, que un analfabeto.


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